lunes, 28 de noviembre de 2011

HISPANIA

En el año 33 d.C. cuentan que dos hombres fueron llevados a la presencia del Gobernador de una provincia romana. Ambos acusados de sendos delitos. Después de una deliberación fueron presentados ante el pueblo para que éste con su aprobación, indultara a uno de ellos de morir condenado a la costumbre de la época.

El pueblo, democrática y asambleariamente decidió, creo que por mayoría, no por unanimidad que, el ladrón, el corrupto, fuese indultado de la terrible pena que sobre ambos pesaba.

Dos mil años después, no ha sido el pueblo, ni el gobernador de una provincia romana (aunque como tal se comporte y como tal la traten), sino un gobierno en retirada el que ha indultado, de nuevo, a Barrabás.

Hoy, quien pone la otra mejilla,  a quien crucifican,  es al pueblo.